Interés Social, Profesional y Científico

Intentar justificar por qué deben existir los historiadores como parte esencial del cuerpo social, está al mismo nivel que plantearse una sociedad sin formación y sin humanistas.
El desarrollo personal, al que tanta importancia se le ha dado en los últimos decenios, el carácter individual de la persona pero también su componente social y colectivo, no hace sino corroborar la estricta necesidad de tener profesionales bien formados. Descargar todo el peso de la capacitación y el aprendizaje en los conocimientos técnicos nos conduce al fracaso. El amplio abanico de posibilidades laborales que ocupa el historiador, confirma la demanda de profesionales que conozcan el pasado y que se conduzcan con un espíritu crítico encomiable en el presente; son, por encima de todo, los que proyectan un futuro acorde con los principios de las sociedades democráticas, basados en el diálogo, el respeto y la tolerancia. Un historiador encuentra acomodo en diversos nichos laborales, porque sus capacidades están más allá del manejo de técnicas, son personas que entienden y articulan su trabajo siempre desde la perspectiva humana, hecho que los sitúa entre los principales objetivos de las empresas; un entendedor y gestor de la potencialidad humana es siempre una buena inversión.